martes, 15 de noviembre de 2011

buen día día!

QUE LOS RUIDOS TE PERFOREN LOS DIENTES...*




Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a posternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: "Mi amor",
digas: "Pescado frito";
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.

Oliverio Girondo


*Contexto:
7.00 AM…martillo, sierras cortantes y descarga de…tablones?
Acerca del posible romance con las obras en construcción que habitan por Bauness y Llerena...

lunes, 14 de noviembre de 2011

Ahora mismo



Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar
fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños, pues
exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros. No se trata
de estar acechando la mentira como cualquier reporter, y atrapar la estúpida
silueta del personajón que sale del número 10 de Downing Street, pero de
todas maneras cuando se anda con la cámara hay como el deber de estar
atento, de no perder ese brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una
vieja piedra, o la carrera trenzas al aire de una chiquilla que vuelve con
un pan o una botella de leche. Michel sabía que el fotógrafo opera siempre
como una permutación de su manera personal de ver el mundo por otra que la
cámara le impone insidiosa (ahora pasa una gran nube casi negra), pero no
desconfiaba, sabedor de que le bastaba salir sin la Contax para recuperar el
tono distraído, la visión sin encuadre, la luz sin diafragma ni 1/25O. Ahora
mismo (qué palabra, ahora, qué estúpida mentira) podía quedarme sentado en
el pretil sobre el río, mirando pasar las pinazas negras y rojas, sin que se
me ocurriera pensar fotográficamente las escenas, nada más que dejándome ir
en el dejarse ir de las cosas, corriendo inmóvil con el tiempo. Y ya no
soplaba viento.

Fragmento de : Las babas del diablo
/Julio Cortázar