viernes, 31 de enero de 2014

ritornello II

En la Voz de Sagrada... Existe una tribu en África, donde la fecha de nacimiento de un niño no se toma como el día en que nació, ni como el momento en que fue concebido sino como el día en que ese niño fue “pensado” por su madre. Cuando una mujer decide tener un hijo, se sienta sola bajo un árbol y se concentra hasta escuchar la canción del niño que quiere nacer. Luego de escucharla, regresa con el hombre que será el padre de su hijo y se la enseña. Entonces, cuando hacen el amor con la intención de concebirlo, en algún momento cantan su canción, como una forma de invitarlo a venir. Cuando la madre está embarazada, enseña la canción del niño a la gente del lugar, para que cuando nazca, las ancianas y quienes estén a su lado, le canten para darle la bienvenida. A medida que el niño va creciendo, cuando el niño se lastima o cae o cuando hace algo bueno, como forma de honrarlo, la gente de la tribu canta su canción. Sólo sigue cantando y encontrarás tu camino a casa...
Hay otra ocasión en la que la gente de la tribu le canta al niño. Si en algún momento de su vida, esa persona comete un crimen o un acto socialmente aberrante, se lo llama al centro de la villa y la gente de la comunidad lo rodea. Entonces, le cantan su canción. La tribu reconoce que la forma de corregir un comportamiento antisocial no es el castigo, sino el amor y la recuperación de la identidad. Cuando uno reconoce su propia canción, no desea ni necesita hacer nada que dañe a otros. Y así continua durante toda su vida. Cuando contraen matrimonio, se cantan las canciones juntas. Y finalmente, cuando esta persona va a morir, todos en la villa cantan su canción, por última vez, para él. Puedes no haber nacido en una tribu africana que te cante tu canción en cada una de las transiciones de tu vida, pero la vida siempre te recuerda cuando estás vibrando a tu propia frecuencia, y cuando no lo estás. Sólo sigue cantando y encontrarás tu camino a casa.

miércoles, 15 de enero de 2014

gracias Juan Gelman

“La poesía habla al ser humano no como ser hecho, sino por hacer, le descubre espacios interiores que ignoraba tener y que por eso no tenía. Va a la realidad y la devuelve otra. Espera el milagro, pero sobre todo busca la materia que lo hace. Nombra lo que la esperaba oculto en el fondo de los tiempos y es memoria de lo no sucedido todavía. Sólo en lo desconocido canta la poesía. Ella acepta el espesor de la tragedia humana, pero no obedece al principio de realidad sino al orden del deseo. Choca contra los límites de la lengua y va más allá en el intento de responder al llamado de un amor que no cesa. Es un movimiento hacia el Otro, pasa de su misterio al misterio de todos y les ofrece rostros que duran la eternidad de un resplandor. Corrige la fealdad, es ajena al cálculo y da cobijo en sus tiendas de fuego. Se instala en la lengua como cuerpo y no la deja dormir. ”

martes, 7 de enero de 2014

Por JuanL. :)

Deja las letras ...(Juan L. Ortíz Deja las letras y deja la ciudad... Vamos a buscar, amigo, a la virgen del aire... Yo sé que nos espera tras de aquellas colinas en la azucena del azul... Yo quiero ser, amigo, uno, el más mínimo, de sus sentimientos de cristal… o mejor, uno, el más ligero, de sus latidos de perfume… No estás tú también un poco sucio de letras y un poco sucio de ciudad? Sigue, sigue, por entre la bencina, sobre la lisa pesadilla de las calles extremas, hacia la gracia de las huellas... Ay, la ternura de Octubre, a las nueve, ya hace, por aquí, flotar a la pesadilla en celeste de agua... Pero derivemos rápido, del lado de los caminos del rocío, invisible, casi, lo adivino, en el seno mismo de la luz... Sentémonos, mi amigo, entre estas niñas rubias que suben y bajan, altas, por unas orillas de jardín, apoyadas, contra los cercos, sobre un rumor de enredaderas... El sol ha bebido sus propias perlas y hay apenas de ellas una memoria por secarse... No temas, no temas, y mira, mira hasta las islas... Viste alguna vez la melodía de los brillos? La viste ondular, todavía de gasa, desde tus pies al cielo, sobre el río? Oh, la misma ciudad, a lo lejos, es una música blanca con unos silencios amatistas... Y ahora, ahora, torna la vista alrededor… Saluda como un aura a estas humildes gracias de miel, capaces, sin embargo, de atraer hacia sí a las abejas todas del día y de volver de margaritas a la melancolía más flotante… No las sientes curvarse bajo un amor transparente en un hálito de alas? O es sólo la cortesía más misteriosa entre esa que inclina, alternadamente, a los otros finos tallos, ante algo que al parecer es la respiración de un dios? Saluda, también, a sus vecinas menos subidas y más pálidas: qué delicadísimo sueño de amapolillas más pálidas, sobre un rastreo de tases, serpentino? Y a las apenas malvas, medio escondidas entre las espiguitas: pétalos de alba, a su pesar, con sus secretos amarillos... Y a las apenas níveas, por bordadas, del país de Liliput, pero que visten, igual que a una novia, a toda la gramilla... Y ah, a las más sin nombre que se van con los alambres libres en una fuga preciosa de piedritas... Y al trébol de allí, loco de verde, y miniado de sol, increiblemente miniado de sol en primores casi íntimos pero que extenúan a la brisa... Y a las verbenillas, por cierto, de aquí: oh, la más dulce sangre labrada por los misterios para los misterios de las hierbas.. . Y a estos emblemas de llama, perdidos de los trigos mas que blasonan, del mismo modo, todo el aire... Y a esos recuerdos de la luna, aparecidos de seda, ay, en una vigilia de espejo que se busca, a su vez, en su infinito todavía… Pero no olvidemos, mi amigo, a las esbeltas criaturas que arden el azul, allá, delante no se sabe qué sacramento etéreo: no olvidemos, mi amigo, a las criaturas de los cardos... Ni olvidemos a aquéllas que ya parecen abisales con su “pasión” de cielo sobre el susurro trepador: rêveries de qué abismo hacia otro abismo las de mburucuyá? Y no habremos comprendido, es cierto, a todas. .. Cómo abrazar, mi amigo, a estas miríadas del beso que van estrellando, se diría, todos los minutos con todos los pétalos y todos los fuegos del suspiro? Y si nos corriéramos hasta el arroyito del otro lado de la loma? Allí, lo veo, las redes hondas sin bautizo con su penumbra colgada y su casi vía láctea de jazmines sobre una huida de vidrios, poco menos que nocturna, con las navecillas de cita. .. Y los laberintos de los taludes, aún con su sin fin de pequeñísimas miradas en los iris más inéditos, dando no sé qué números de no sé qué otra noche o qué mareo de gemas entre unos miedos de crepúsculo… Mas no oyes al silencio, ahora, mi amigo? Qué ave de diamante, di, sobre la línea del sueño, se deshace dulcemente? O qué llamado para el sacrificio, di de campanillas de humo? Oh, todo dorado de misivas sobre las alas del azar es el mismo amor que no teme perderse como la propia gracia ya, libre, sobre su propio cielo de corolas… Y no oyes en este momento, di, al silencio o al amor más allá de las lianas que tejiera para vencer su abismo, asumiendo justamente la muerte con los modos de un espíritu? Sí, en los amantes invisibles está asimismo la otra flor o el otro lado de esa flor, llama, serena llama, que viviría de su sombra... Dónde, entonces, aquí, nuestras debilidades hechas dioses? Aquí, lo que llamamos “horror”, o lo que llamamos “amenaza”, sonriendo desde la semilla, se diría, o equilibrando a las mariposas, si quieres, con un frío que nos duele, es cierto, en lo uno de la sangre... Pero aquí también enfrentando a lo innombrable, algo como los honores de un ángel... Mas es en nosotros, mi amigo, que la agonía es dividida, terriblemente dividida, y expedida a la ventura... Y aquella música blanca con unos silencios de jacarandaes? Allí y aquí, a la vez, la condena “de la rueda”, desde las madres del río y desde las madres de las zanjas... Y aquí, ay, asimismo, lo que vinimos a buscar.. Si el lirio da a los precipicios, qué le vamos a hacer? Hay que perder a veces “la ciudad” y hay que perder a veces “las letras” para reencontrarlas sobre el vértigo, más puras en las relaciones de los orígenes... O más ligeras, si prefieres, como en ese domingo y en esa fantasía que serán... Hay que perder los vestidos y hay que perder la misma identidad para que el poema, deseablemente anónimo, siga a la florecilla que no firma, no, su perfección en la armonía que la excede... O para ser el arpa de Lungmen eligiendo ella sola los temas de su música, lejos de los tañedores que se cantan a sí mismos o que no oyen con los suyos a los recuerdos de las ramas ni lo que dice el viento… ni menos ven lo que el viento, por ahí, pone de pie. .. Y aquí, además, las rimas entre los escalofríos de las briznas, con los hilos temblando, siempre más allá de nuestra luz.. Y el rostro de Ella no escrito, oh, recién nacido, con unos signos por hallar y que serán, oh amigo, los que han de llevarte hasta su esencia como las mismas, las mismas letras de tu alma... Pero la viste a Ella, amaneciendo aquí, Ella, de la espuma de las matas, Venus de las colinas. Ella, sobre un flujo de jardín, virgen profunda ésta toda aún de cabellos?